Elon Musk, el Personaje del Año
Elon Musk, el Personaje del Año
Por José Roberto Vélez Múnera
Médico
Expresidente de la RAC
Divulgador de Astronomía
Elon Musk, un sudafricano de 50 años, nacionalizado canadiense-norteamericano, ha sido designado como “Persona del Año 2021”, en la última entrega de la Revista Time.
Es indiscutible su habilidad empresarial, su capacidad irrefrenable de desarrollo tecnológico que, sin ser ingeniero titulado ni un inventor, se ha valido de alianzas estratégicas vigorosas para crear las empresas más avanzadas en tecnología, su emporio económico, que solo con Tesla y sus vehículos eléctricos supera el capital de los grandes pesos pesados automotores estadounidenses sumados, que lo han convertido en el hombre más rico del mundo. Y a la vez, sus pericias políticas para bandearse entre liberales y conservadores con absoluta agilidad para ejercer un poder indiscutible. Tiene una imagen filantrópica inigualable frente al manejo de capitales y de redes sociales con
proyección a la educación científica, la inteligencia artificial y la “energía limpia”, que le han granjeado una capacidad única de acción, casi que incondicional, socialmente hablando.
Pero por lo mismo, no todo es belleza. En la historia de la exploración espacial es evidente la indomable ambición de ventaja y dominio, frecuentemente de manera impuesta e inconsulta. Nada más ver a comienzos del año, a manera de ejemplo, a China colocando naves espaciales en órbitas mal calculadas que, en su reingreso a Tierra de manera
incontrolable, ponen en riesgo a la población. O a Rusia disparando misiles para destruir un satélite ya inservible
para sus intereses, que mandó miles de partículas de metralla a la órbita baja, obligando a los habitantes de la estación espacial a refugiarse y modificar la trayectoria hace menos de un mes; y qué decir de otras actuaciones similares de los norteamericanos. Aquí todo el mundo hace lo que le viene en gana, y nadie dice nada. No pasa nada.
Ya es universalmente aceptada la proclamación reiterada de Naciones Unidas, de la UNESCO y de la UAI de que
el espacio y el entorno de nuestro planeta son Patrimonio Común de la Humanidad. Y en ese sentido, Musk parece incontrolable, o por lo menos, aparte de recibir aplausos por sus actuaciones “visionarias”, no se le hace ningún tipo de cuestionamiento. Bien, su capacidad económica y tecnológica hace que hoy en día su empresa aeroespacial
SpaceX tenga que ser el apoyo de la NASA, por razones políticas y financieras.
Vale, su embeleco de fabricar mega naves reutilizables de menor costo para transportar a Marte, ya no cuatro o seis
seres humanos, sino cien, como a veces lo propone, sin considerar que el problema no es solo el tamaño sino la
velocidad para hacer que la vida de un ser humano sea viable por años en el espacio, lo que le tomaría esa faena.
Ahora, como parte de su propuesta es interconectar al mundo, en recientes operaciones ha ubicado decenas de
satélites de comunicaciones de un solo disparo, llenando de aparatos las órbitas bajas del planeta, que incluso han
preocupado a los astrónomos y operadores de los grandes telescopios en Tierra, por la severa contaminación que están causando. Nada más que lo diga nuestro apreciado astrofísico Alberto Quijano Vodniza, a quien se le atraviesan frecuentemente esos aparatos en sus observaciones.
El poder de Elon Musk no tiene fronteras, está incontrolable y nadie dice nada. Todo el mundo lo aplaude y hasta hay quienes lo proyectan como salvador de la humanidad ¿Será sensato a vuelta de unos pocos decenios?
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